Apolo 10 1/2: Houston, la ciudad que se transformó para convertirse en la primera palabra pronunciada desde la Luna

Apolo 10 1/2: Houston, la ciudad que se transformó para convertirse en la primera palabra pronunciada desde la Luna

Houston, aquí base Tranquilidad. El Águila ha alunizado”.

Antes de la célebre frase “un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad” que dijo al bajar del módulo lunar, Neil Armstrong envió ese mensaje a la Tierra. La ciudad más poblada de Texas se convirtió, así, en la primera palabra pronunciada por un hombre desde la superficie de la Luna.

Recibido, Tranquilidad. Los copiamos. Tienen un montón de tipos acá conteniendo el aliento”, le respondió Charlie Duke a Armstrong desde el centro de control de la NASA . El alunizaje había sorteado más de un problema.

Por lo menos 500 millones de personas siguieron el diálogo en directo. La hazaña del Apolo 11 se celebró en todos los rincones del mundo, pero en ningún otro como Houston. Los habitantes de esa ciudad sentían que habían formado parte de la empresa, y que sin ellos nunca se hubiera logrado.

Ese espíritu puede verse en la película Apolo 10 ½: una infancia espacial (disponible en Netflix), una pequeña obra maestra animada de Richard Linklater, director de Boyhood y de la trilogía de películas que empezó con Antes del amanecer. La historia parte de la fantasía de Stan, un chico de cuarto grado, que vive en un suburbio de Houston y va a la escuela más cercana al centro espacial de la NASA. Un grupo de científicos se acerca para reclutarlo para una misión secreta a la Luna: por un error de cálculo el módulo lunar del Apolo 11 quedó demasiado chico para un adulto y solo cabe un niño.

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial (Netflix/)

La fantasía de Stan se sustenta en la atmósfera vibrante que transformó a la Houston de los 60. En la mayor parte de la película la fantasía deja lugar un detallado relato sobre cómo fue crecer en esos años y en ese lugar, que no es otra cosa que una autobiografía con licencias del propio Linklater.

Eran tiempos en los que la carrera espacial atravesaba toda la vida cotidiana. Los astronautas eran vecinos de carne y hueso que habían reemplazado a los cowboys como héroes, todos seguían el día a día del avance de la carrera espacial, el equipo de beisbol local pasó de llamarse los Colts a los Astros en sintonía con la época y su estadio, el Astrodome (lo llamaban la octava maravilla del mundo), se reconstruyó y fue el primero techado de la historia. Había parques temáticos sobre el espacio y en todas las esquinas podía encontrarse alguna referencia. Todos querían ser, de alguna manera u otra partícipes de la gesta. En la película, Stan llega a sentir vergüenza porque su padre trabaja para la NASA pero no es astronauta ni científico sino un gris empleado logístico.

El astronauta Walter Schirra recorre Houston como un héroe en 1962

El astronauta Walter Schirra recorre Houston como un héroe en 1962 (NASA/)

La película también muestra cómo a pesar de que Estados Unidos vivía tiempos turbulentos (violencia política, protestas por los derechos civiles, la guerra de Vietnam), al mismo tiempo la idea de enviar un hombre a la luna impregnaba en la sociedad, y especialmente en los chicos, una sensación de que todo era posible.

“Fue un shock de futuro. Vivíamos en la ciencia ficción. Fue muy emocionante, pero ahora son los viejos tiempos. Así es como se sentía ser un niño pequeño. El tecnofuturo era tan genial y optimista, y en el mundo real también había mucho pesimismo en el aire. Traté de capturar la disonancia en la mente de una persona joven”, explicó Linklater en una entrevista con The Wrap.

Jennifer M. Ross-Nazzal, historiadora del Jonhson Space Center de la NASA en Houston, confirma que el entusiasmo era extendido. “Lograr el objetivo de Kennedy de enviar un hombre al espacio fue extremadamente importante para la comunidad que rodea al centro espacial. Aterrizar a un hombre en la Luna y devolverlo sano y salvo a la Tierra era para lo que estaban trabajando los empleados de la NASA y la comunidad circundante. Estaban orgullosos de ese logro”, dice a LA NACION.

¿Pero cómo pasó Houston de la noche a la mañana de ser conocida como “Bayou City”, una ciudad relacionada a las vacas y el petróleo, a recibir a la élite científica del país y se rebautizada “Space City”?

El recorrido puede remontarse al 4 de octubre de 1957, el día en el que la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite de la historia, el Sputnik 1. Un hito para la humanidad que no fue bien recibido en Washington. En plena Guerra Fría, el liderazgo norteamericano en ciencia y tecnología quedaba en duda. El entonces senador Lyndon Johnson comparó al lanzamiento del Sputnik con la batalla de Pearl Harbor. “Una batalla perdida no es una derrota. En cambio, es un desafío, un llamado a los norteamericanos a responder con lo mejor”, dijo.

El presidente Lyndon B. Johnson, entre los espectadores del lanzamiento de la nave Apollo 11, en el Kennedy Space Center, el 16 de julio de 1969

El presidente Lyndon B. Johnson, entre los espectadores del lanzamiento de la nave Apolo 11, en el Kennedy Space Center, el 16 de julio de 1969 (NASA/)

Johnson convocó audiencias y presidió un comité especial, y presionó al presidente Dwight Eisenhower para que, en 1958, apruebe la Ley Nacional del Espacio y la Aeronáutica. Se creaba la la NASA para concentrar todos los esfuerzos para que Estados Unidos tome la delantera en la carrera espacial. En 1961 los rusos asestaban otro golpe: Yuri Gagarin se convertía en el primer hombre en el espacio. Ya vicepresidente y jefe del Consejo Nacional de Aeronáutica y del Espacio, Lyndon Johnson le recomendó al presidente John F. Kennedy que conquiste la Luna. El joven presidente se tomó el desafío como algo personal y prometió ante el Congreso que para antes del fin de la década del 60 la bandera nacional sería plantada en la superficie lunar.

El apoyo de Kennedy puso el foco nacional en la NASA como nunca antes y surgió la necesidad de mudar algunas de sus operaciones, que hasta entonces estaban todas centradas en Langley, Virginia. En agosto de 1961 se empezó a buscar una nueva ubicación para lo que entonces era conocido como el Space Task Group. El sitio debía cumplir varios requisitos: acceso al transporte de agua por medio de grandes barcazas, un clima moderado, disponibilidad de servicio de aviones comerciales para todo clima, un bien establecido complejo industrial con instalaciones técnicas de apoyo y mano de obra, cerca de un comunidad culturalmente atractiva en las cercanías de una institución de educación superior, un fuerte suministro eléctrico y de agua y por lo menos 1000 acres (400 hectáreas) de tierra.

Una vista aérea del lugar donde se iba a construir el centro

Una vista aérea del lugar donde se iba a construir el centro (NASA/)

Un total de 23 ciudades fueron preseleccionadas y Houston quedó en un principio en segundo lugar, pero poco después fue seleccionada como el lugar en el que se construiría el nuevo Centro de Naves Espaciales Tripuladas.

El poder político fue clave en esta decisión. El mismo Lyndon Johnson y el entonces presidente de la Cámara de Representantes eran texanos, pero fue otra figura hoy no recordada la que terminó de inclinar la balanza.

“Houston fue seleccionada por múltiples razones, pero la razón más importante, en mi opinión, fue el apoyo del congresista Albert Thomas. Fue miembro de la Cámara de Representantes, en representación del distrito que incluía a la NASA, y sirvió en el Comité de Asignaciones. Él podía asignar fondos para construir el centro. En el Congreso fue uno de los representantes más poderosos y un impulsor de Houston”, relata Ross-Nazzal.

John Kennedy con Albert Thomas, en 1963

John Kennedy con Albert Thomas, en 1963

“Se reunió varias veces con el primer administrador de la NASA, T. Keith Glennan, para alentar a la agencia a construir un nuevo centro en Houston. En ese momento, los únicos planes para construir un nuevo centro de la NASA eran uno en Maryland que se convertiría en el Centro de Vuelo Espacial Goddard. Thomas amenazó con retener los fondos para esa nueva instalación si el administrador no trasladaba el centro a Houston. Eso no sucedió. La NASA recibió fondos para Goddard y luego construyó el Centro de Naves Espaciales Tripuladas en Houston”, agrega.

La NASA públicamente anunció el 19 de septiembre de 1961 una partida de 60 millones de dólares para construir el nuevo laboratorio para vuelos tripulados al espacio en Houston, Texas en un terreno que hasta entonces era de la Rice University. El laboratorio sería “el centro de comando para la misión tripulada a la Luna así como para subsiguientes misiones tripuladas al espacio”, anunció la NASA.

A partir de ese momento, primero cientos y después miles de empleados, contratistas, grupos de apoyo y sus familias empezaron a mudarse de la Costa Este a Houston. Pero en los primeros tiempos eran pocos los que estaban felices de ir: el lugar era poco más que un páramo en el que todavía pastaban vacas y la ciudad no era especialmente famosa por ser hospitalaria. Cuando las autoridades del futuro centro visitaron el lugar por primera vez no quedaron muy impresionadas. El huracán Carla había pasado por la zona poco antes y la escena era de devastación: la zona donde debía construirse el centro estaba totalmente inundada y había líneas de teléfono caídas y escombros por todos lados. Paul Haney, responsable de Relaciones Públicas, relató incluso que había un bote camaronero encallado en el lugar mismo donde debía construirse la administración del centro.

La destrucción por el huracán Carla en el lugar donde iba a construirse el centro

La destrucción por el huracán Carla en el lugar donde iba a construirse el centro (NASA/)

Sin embargo el entusiasmo de los houstonianos logró hacerlos cambiar de opinión. La población recibió a los nuevos empleados de la NASA como auténticos héroes, y todos recibían un trato VIP. No solo a los astronautas o los científicos, incluso personajes con cargos burocráticos dicen que les pedían autógrafos por las calles.. La construcción del centro empezó en abril de 1962 y hasta entonces las oficinas de la NASA se instalaron en fábricas locales, incluida una de Canada Dry. Para junio de 1964 la construcción del centro estaba terminada y la simbiosis entre la comunidad local y la NASA era total.

Un estudio señala que en los primeros cuatro años se instalaron cerca de 60.000 personas asociadas a la NASA. El aluvión se sintió especialmente en los nuevos barrios que se construyeron alrededor del centro espacial, donde la población pasó de 6500 en 1960 a más de 30.000 en 1965.

La doble página de un diario local que mostraba los beneficios de mudarse a Houston a los empleados de la NASA

La doble página de un diario local que mostraba los beneficios de mudarse a Houston a los empleados de la NASA (NASA/)

“La decisión de construir un Centro de la NASA cambió la vida de los habitantes de Houston de muchas maneras, pero ninguna fue mayor que el impacto económico. Los desarrolladores establecieron nuevos barrios en el área que rodea el centro. El rápido crecimiento en el área resultó en la construcción de nuevas escuelas, iglesias, áreas recreativas y negocios para apoyar a miles de nuevos residentes. Además, la NASA y sus empresas contratistas ofrecieron a los habitantes de Houston nuevas oportunidades de empleo con una amplia variedad de carreras”, dice Ross-Nazzal.

Una vista del Jonhson Space Center, tal como se ve en la actualidad

Una vista del Jonhson Space Center, tal como se ve en la actualidad (Josh Valcarcel – NASA – Johnson Space Center/)

El impulso definitivo para que la NASA y Houston se volvieron sinónimos lo dio Kennedy cuando visitó la ciudad en 1962. Fue recibido por 200.000 personas y habló ante una multitud en el estadio de la Rice University. “Elegimos ir a la Luna”, fue la frase más recordada de ese discurso del presidente demócrata, que cumpliría post mortem su promesa. Pero también tuvo palabras para Houston: “El puesto de avanzada más lejano en la antigua frontera del Oeste será el puesto de avanzada más lejano en la nueva frontera de la ciencia y el espacio”.

En 1973, después de la muerte de Johnson, el centro de Houston fue rebautizado en su honor como Johnson Space Center. El hombre no volvió a pisar la Luna desde entonces.

“Basado en hechos reales” es una serie de notas que describe el contexto histórico detrás de ficciones internacionales. En este link podrás acceder a todos los artículos.

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