Los conflictos y las peleas menores complican aún más al gobierno ante la inflación y el estancamiento social

El malestar interno puede llevar a un cambio de oficina oficial en cuestión de horas. Alberto Fernández vivió con disgusto la ausencia de Sergio Massa en un acto programado con Axel Kicillof, en Lomas de Zamora, un barrio de lujo del Gran Buenos Aires. Está en la agenda que se comunica a los medios de comunicación. La preocupación se centró entonces en la economía, donde el presidente vaticinó un inminente acuerdo de precios y salarios entre empresarios y sindicalistas, que aún no ha concluido. De cualquier manera, inconsistencias obvias, algunas peleas menores y el riesgo de reforzar las expectativas en lugar de anuncios concretos.
El juego se repite con más o menos fuerza dependiendo de los personajes principales. Cierto, el foco interno está ahora en la evolución del acuerdo entre Cristina Fernández de Kirchner y Massa. Pero aún relegado, el otro actor de la sociedad oficialista sigue siendo Alberto Fernández, quien viste de dignatario pero no es el único en el renovado comité institucional. Todo esto en un contexto delicado. Las cifras de inflación y un informe hablan sobre el impacto de la crisis en los niños y jóvenes cuando la crisis empeora.
La escalada de precios alcanzó el 7,4% en julio y se espera una cifra ligeramente más baja pero más pronunciada este mes, según el trabajo de los asesores privados en lo que va de agosto. La publicación del último IPC se adelanta a una encuesta de UNICEF que refleja en gran medida el impacto de la crisis: indica que más de un millón de niños y jóvenes se saltan una comida. Ingesta diaria de alimentos, acompañada de una disminución de la ingesta de alimentos, como consecuencia de una disminución de los ingresos familiares.
Todavía no hay cifras oficiales sobre cómo progresará la pobreza en la primera mitad de este año, incluso cuando la pobreza ha empeorado. Se espera que se mantenga en un nivel en la primera mitad de 2021, 40,6% por debajo de la línea de pobreza en función de los ingresos y muy por encima de la segunda mitad del año, es decir, 37,3%. En otras palabras, reflejará las expectativas a la baja. Esto reforzará el proceso creciente de pobreza estructural.
Esta es la señal básica del proceso de inflación. El aumento actual es del 46,2% desde enero y del 71% en un año. Los datos del IPC de julio se dieron a conocer el jueves pasado y quizás en un esfuerzo por mostrar una reacción, Alberto Fernández ha declarado públicamente que se invitará a empresarios y líderes empresariales a participar en un acuerdo “alinear precios y salarios en los próximos 60 días”.

El anuncio muestra en gran medida el estado del trabajo dentro del partido gobernante. Alberto Fernández dijo que la convocatoria la harían él y el “ministro Sergio Massa”. Formal. Ya había trascendido el malestar inmediato que causó la inesperada ausencia de Massa en Lomas de Zamora fue evidente, por su insistencia en la absurda idea de presentar imágenes de soledad y juicio corporal. En el círculo cerrado de la economía cuestionamos este esquema de conexión. De cualquier manera, está claro que nadie quiere ser manipulado por la agenda.
Pero hay otro factor importante en este caso. Alberto Fernández hizo un anuncio dando a entender que las negociaciones están muy avanzadas, cuando en realidad hubo contactos, pero aún no hay resultados garantizados. En todo caso, habrá que averiguar si se trata de un formulario o una declaración distinta de la fecha de fallo con este tipo de ecuación. Con un añadido: anticipar una virtual fijación de precios sin fecha precisa sólo puede generar una reacción contraria. Algo parecido se le cuestionó a Alberto Fernández cuando anunció una “guerra contra la inflación” sin base alguna.
Massa y su equipo buscan comenzar a agregar algunos de sus anuncios iniciales, que son pautas, no pasos específicos. De lo contrario, puede reaccionar de forma exagerada. Este es el punto central de las expectativas. Desde la economía se destacan los pasos para intentar calmar el mercado. Por ejemplo, el proceso de diferir grandes deudas vencidas en pesos para el próximo año, se basa en un mecanismo muy atractivo relacionado con la evolución de los precios o del dólar.
Asimismo, se enfatizó desde un inicio la sintonía y los puentes entre el nuevo jefe de Economía con Washington y con el FMI. Esta es la primera vez que lanza una versión internacional a fin de mes. El problema no es sencillo, con conflictos y desacuerdos dentro del oficialismo relacionados con la política exterior, especialmente la estrategia regional.
Es gracioso lo que pasa. Pero está claro que CFK apunta al ministro con tres carteras y no una gran cantidad de Olivos. Cree que es inevitable un ajuste un tanto clásico y sigue imaginando que se pueden ignorar los costos, antes Alberto Fernández y ahora Massa. Pero no todo es silencio. El kirchnerismo es el responsable de la posible designación de Gabriel Rubinstein como virtual viceministro de Economía. La semana que viene, ya con varios días de postergación, sería definido el cargo.
La próxima semana también hay un tema importante: el anuncio de un nuevo sistema de financiación. El kirchnerismo dio paso a espacios pesados en este ámbito. El desarrollo energético se analiza de dos maneras diferentes, incluso complementarias: el progreso real de Massa y la reducción calculada por CFK ante los ajustes de precios de la electricidad y el gas. El avance de Massa indica la decisión de ir más allá de Martín Guzmán, quien sufrió especialmente en esta región a manos del kirchnerismo.
Si no hay cambios, la imagen solo le aparecerá a menos de un tercio de los usuarios que no se han registrado para mantener el comodín. Al actualizar el margen para mantener la tarifa social, la mayoría -alrededor del 60%, según expertos en la materia- se contabilizará para mantener el subsidio, pero para el consumo. Se supone que ese escalón es integrado por sectores de clase media y clase media-baja.
Habrá que esperar a los detalles, aunque se ha dicho que este nuevo plan se irá completando de forma paulatina a finales de año. De esta forma, el efecto final rige antes del inicio del año electoral. Con un agregado: cómo sería la actualización de precios, no solo por la supresión o reducción de subsidios, sino en relación al expediente de inflación.
También se trata de especulaciones sobre la intención de «ganar tiempo» este año -con acciones como apelar a empresarios y sindicalistas, por ejemplo- mientras la inflación se corrige sola, con un cambio repentino en los ingresos. Como sea, esta es, en rigor, una prueba política central. De eso se trata todo.
FUENTE: INFOBAE